
BRUSELAS, 2 de diciembre. Los ministros de Exteriores de la OTAN se reúnen hoy en una cita que promete ser crucial, en medio de una situación cada vez más compleja en Ucrania debido a la agresión militar rusa y la incertidumbre que rodea los planes del nuevo presidente de Estados Unidos, Donald Trump. Este último ha manifestado su intención de establecer contacto con el líder ruso, Vladimir Putin, buscando una solución al conflicto que ha ensombrecido la región.
Este último encuentro ministerial del año tiene lugar en un contexto en el que la llegada de Trump a la Casa Blanca podría impulsar las negociaciones para un alto el fuego en Ucrania. Sin embargo, también existe el riesgo de que la asistencia militar de Estados Unidos a Kiev se vea debilitada. Con este panorama, los aliados de la OTAN han convocado una cena informal en la que se sentará a la mesa el ministro de Exteriores ucraniano, Andri Sybiha, para discutir sobre los recientes avances del conflicto y la preocupante implicación de tropas norcoreanas. También tomará parte en la reunión Kaja Kallas, la nueva Alta Representante de la UE para Política Exterior.
Desde la sede de la OTAN, se manifiesta una creciente preocupación ante la situación en Ucrania. Rusia parece estar tomando la delantera en el conflicto, lo que lleva a que algunos analistas sugieran que podría estar más cerca un diálogo para cesar las hostilidades. El propio presidente ucraniano, Volodimir Zelenski, ha mencionado 2025 como el año en que espera alcanzar la paz, aunque los detalles de cómo se llevarán a cabo las negociaciones aún son inciertos.
Las fuentes aliadas subrayan la necesidad de establecer unas negociaciones justas que beneficien a Ucrania. La OTAN reafirma su compromiso de incrementar el apoyo militar a Ucrania, dejando en claro que Moscú no debe consolidar los territorios que actualmente ocupa, ni mucho menos incorporarlos a la Federación Rusa. Al mismo tiempo, los aliados parecen dispuestos a explorar opciones que permitan un acuerdo pacífico.
Dentro de la organización, se insiste en que cualquier esfuerzo negociador debe considerar las necesidades ucranianas y contar con la participación activa de los países europeos. Se advierte que cualquier acuerdo que se alcance no puede legitimar la agresión rusa iniciada en 2022, ya que esto solo serviría para fortalecer la postura de Moscú.
Por otro lado, el perfil de la estrategia respecto a Ucrania parece estar fuertemente influenciado por las decisiones que Trump tome una vez asuma su cargo en enero. Aunque Zelenski pone énfasis en que la adhesión de Ucrania a la OTAN es una condición previa para sentarse a negociar con Rusia, los análisis actuales apuntan a que este objetivo no goza de un consenso absoluto. De hecho, varios aliados, incluido Washington, consideran que incorporar a Ucrania a la alianza no es viable en este momento.
Así, es poco probable que el presidente saliente, Joe Biden, realice un cambio significativo en este sentido antes de que Trump tome posesión. Las circunstancias en el terreno no han variado drásticamente, y la postura de los aliados sobre la adhesión de Ucrania a la OTAN se mantiene firme. A pesar de que el plan de Kiev prioriza la incorporación a la alianza como un paso vital, muchos son los que consideran que esta no es la vía más inmediata para avanzar en las negociaciones.
El panorama en Ucrania ilustra la incertidumbre que anticipa la OTAN ante la llegada de la nueva administración estadounidense. Aunque los socios europeos intentan reducir las especulaciones sobre las políticas de Trump, valoran positivamente que haya designado un embajador para la organización militar, una acción que podría haber demorado más tiempo y que es vista como un gesto de respeto hacia la estructura de seguridad internacional.
Ante la inquietud por el desarrollo de los combates en el terreno y el futuro de iniciativas de apoyo a Kiev, como el grupo de Ramstein, los miembros de la OTAN continúan comprometidos con el aumento del respaldo a Ucrania. A pesar de la incertidumbre sobre los primeros pasos que dará Trump al asumir el cargo, hay un consenso en que difícilmente Washington retrocederá en el suministro de armamento a Ucrania. No obstante, algunos analistas consideran que Europa necesita incrementar su propio compromiso militar, que actualmente asciende a aproximadamente 20.000 millones de euros anuales. De hecho, el exjefe de la diplomacia europea, Josep Borrell, ha señalado que "nadie sabe" si la UE podrá compensar una posible reducción drástica de la ayuda estadounidense a Kiev.
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