El presidente de Bielorrusia, Alexander Lukashenko, ha manifestado su preocupación por la estabilidad de Rusia, alegando que "si Rusia colapsa, todos moriremos". Estas declaraciones llegan después del levantamiento registrado el pasado sábado por el jefe del Grupo Wagner, Yevgeni Prigozhin, aunque Lukashenko ha descartado ser un héroe tras alcanzar un acuerdo entre las partes involucradas.

Lukashenko ha afirmado que "lo peor de todo esto es que si hay una crisis, Occidente instantáneamente se podrá aprovechar de ello", añadiendo que "nadie es un héroe: ni Putin ni Prigozhin". Las autoridades fronterizas del país están registrando "provocaciones a diario" y, por lo tanto, ha confirmado que "la construcción de barreras y muros continúa en la frontera".

En una ceremonia en la capital, Minsk, el presidente de Bielorrusia ha declarado que "nuestra generación está siendo sometida a un examen de fortaleza" y ha añadido que "Occidente solo trata de desviar la atención sobre sus verdaderos planes e intenciones". Lukashenko ha denunciado que "nuestros intentos de resolver la situación mediante negociaciones pacíficas no han surtido efecto y (...) ha costado cientos de vidas humanas", en clara alusión a la OTAN a la que ha tildado de "nueva ola expansionista".

El líder bielorruso ha hecho hincapié en la importancia del trabajo diario para mantener la paz y ha recordado la compleja historia de Bielorrusia como nación militar. Además, ha añadido que existe una "nueva amenaza a nivel global" por parte de fuerzas que "quieren establecer su propio orden" y por ello, ha advertido al ejército de estar preparado para entrar en combate si fuera necesario. Lukashenko ha asegurado que lleva "30 años preparándose para la guerra".