
La ópera siempre gana. Así ha ocurrido en el Teatro Real de Madrid, donde el estreno de 'Tristán e Isolda', que ha supuesto el regreso de Richard Wagner al coliseo madrileño de la mano de un reparto estelar, se ha coronado como una de las grandes actuaciones de la temporada. El público asistente ha despedido la obra entre bravos y ovaciones, puestos en pie al término de la función tras más de 10 minutos ininterrumpidos de aplausos.
La obra, de casi cinco horas de duración, narra la trágica historia de amor entre el caballero Tristán y la princesa irlandesa Isolda. La batuta de Semyon Bychkov, al frente del Coro y Orquesta Titulares del Teatro Real, ha liderado una puesta en escena minimalista que ha cedido todo el protagonismo a una partitura épica.
Andreas Schager, considerado el 'Tristán' más grande de la actualidad y quien ya interpretó al héroe hace una década en el Teatro Real, ha estado acompañado por la inconmensurable Catherine Foster, quien ha sustituido a la inicialmente prevista Ingela Brimberg como 'Isolda'. Juntos han dado vida a una leyenda medieval que Wagner utilizó para su drama musical en tres actos.
Estrenada en Múnich en 1865, la obra plantea una historia de amor que lleva a la pareja de amantes protagonistas a romper todas las normas morales, éticas y religiosas, poseídos por el hechizo de un filtro que inicialmente busca la muerte pero que, en lugar de ello, engendra un amor que consume a la pareja en una espiral de pasión y erotismo. Finalmente, sucumben a la muerte, con un resquicio de esperanza.
La obra, que se representa por cuarta vez en el Teatro Real, es considerada por muchos un hito en la historia de la ópera por su armonía, orquestación, hondura y trascendencia. Asimismo, el papel de Schager es el "más exigente y brutal" para un tenor.
El reparto sobre el escenario se ha completado con Franz-Josef Selig, Thomas Johannes Mayer, Neal Cooper, Ekaterina Gubanova, Jorge Rodríguez-Norton, Alejandro del Cerro y David Lagares. La obra se representa en cuatro funciones, que continúan el 29 de abril, y el 3 y 6 de mayo, con todas las entradas prácticamente vendidas.
Wagner compuso esta ópera en poco más de dos años (1857-1859) como una especie de gran catarsis, en un período convulso en su vida marcado por el exilio, su crisis matrimonial, la ruina económica y la fatiga tras la composición de su descomunal 'Tetralogía', paralizada en una encrucijada creativa en medio de la escritura de Siegfried.
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