En una reciente rueda de prensa en Madrid, la destacada escritora argentina Samanta Schweblin ha compartido sus impresiones sobre la situación cultural en Argentina, haciendo referencia al presidente Javier Milei. En sus declaraciones, resaltó que oponerse a la cultura en un país donde esta ha sido un bastión de resistencia y refugio no es una estrategia inteligente.

Schweblin, quien es conocida por su obra literaria y por haber sido finalista en varias ocasiones del International Booker Prize, reflexionó sobre la percepción del actual clima cultural en Argentina. Argumentó que el enfoque que se adopte para medir la situación determina si se considera una auténtica crisis o simplemente un mal momento pasajero. “Hemos pasado por estos ciclos anteriormente, y a menudo encontramos la manera de levantarnos”, enfatizó la autora.

La escritora, que ha residido en Berlín durante los últimos doce años, expresó su preocupación por el hecho de que Argentina sirva como un adelanto de lo que podría acontecer en otros países, en vista de que figuras vinculadas a Milei están llegando a posiciones de poder en diferentes naciones. “En Argentina estamos viviendo un anticipo del futuro”, apuntó, sugiriendo que las palabras del presidente sobre una “batalla cultural” reflejan una preocupación real.

En su nuevo libro, 'El buen mal', Schweblin vuelve a sus raíces en la narrativa breve a través de seis relatos que exploran temas como el miedo y la culpa. “Provengo de una tradición literaria rica en el cuento, en especial en el cuento del extraño”, comentó, destacando la influencia de autores argentinos en su formación literaria.

A pesar de reconocer a autoras que han hecho contribuciones significativas, la escritora aclaró que su interés por ellas no fue forzado. “No estoy de acuerdo en que las mejores obras actuales sean exclusivamente escritas por mujeres”, afirmó. Schweblin argumentó que, aunque las mujeres han sido una minoría en la literatura, su llegada al canon literario ha traído nuevas narrativas y perspectivas frescas, sin necesariamente implicar que su calidad sea superior a la de sus colegas masculinos.