
En Madrid, el 9 de octubre, el joven autor Alfonso Goizueta, quien hizo historia al convertirse en el finalista más joven del prestigioso Premio Planeta en 2023, ha expresado su deseo de ser galardonado con el Premio Nobel en el futuro. Según afirma, este es un anhelo que comparten todos los escritores en su trayectoria profesional.
En una entrevista con Europa Press, Goizueta comentó: "Por supuesto que me gustaría recibir el Nobel. Creo que todos los escritores sueñan con ese reconocimiento en algún momento de sus vidas. Sin embargo, es un camino que requiere tiempo y dedicación. László Krasznahorkai, ganador del Nobel de Literatura en 2025, tenía alrededor de 71 años. Yo tengo apenas 25, así que tengo un largo trayecto por delante y muchas lecciones que aprender".
El autor de 'El sueño de Troya', publicado por Planeta, admitió que su reciente éxito como finalista ha tenido un fuerte impacto en su proceso creativo, aunque también ha dejado claro que no siente la necesidad de demostrar su valía a nadie.
"No pretenderé ser desalmado y decir que no ha influido en mí. Sin lugar a dudas, ha tenido un efecto profundo. No se coloca a un joven de 23 años en una posición así sin que surjan dudas y presiones. A veces me he preguntado si todo esto es simplemente un destello temporal, como una botella de champán que, al final, se desinfla", confesó el escritor.
En su nueva novela, Goizueta relata la historia de un joven griego que, devorado por la culpa por la muerte de sus amigos —a quienes su padre, a su juicio de manera injusta, le impidió unirse en la lucha por la libertad de Creta—, recibe una oferta para viajar a Hisarlik en el Imperio Otomano, donde trabajará como secretario del doctor Schliemann en la búsqueda de la perdida ciudad de Troya.
El autor aseguró haber elegido este periodo, que considera fascinante, ya que los arqueólogos de la época se encontraban en un punto intermedio entre el saqueador de arte y el erudito refinado. A la vez, las naciones europeas buscaban entender su identidad a través de las excavaciones de antiguas ciudades, dado que quien dominaba el pasado, también controlaba el presente.
Goizueta recupera la figura de Heinrich Schliemann, el arqueólogo que realmente halló Troya. Según el autor, "Schliemann es un individuo tenaz que utiliza su riqueza para alcanzar sus objetivos, sin permitir que ningún obstáculo lo detenga. No estoy seguro de cómo sería percibido hoy: si sería objeto de críticas o si dirigiría una gran empresa, no en el sentido corporativo, sino como una aventura monumental".
Además, el autor pone el foco en Sofía Schliemann, la esposa del arqueólogo, quien nunca le permitió llevar a cabo sus aspiraciones de excavar, a pesar de que ese era su mayor anhelo.
Goizueta reflexionó sobre Sofía, indicando: "No se trata solo de una sola Sofía; representa a muchas a lo largo de la historia. Es una crueldad doble por parte del marido. No solo le prohíbe excavar, sino que continúa diciendo a todos que fue ella quien lo hizo. Es una gran injusticia, porque mientras su marido la priva del éxito real, la usa para alimentar su propia ficción".
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