El pasado 18 de noviembre, un convoy de Médicos sin Fronteras (MSF) fue atacado en Ciudad de Gaza, dejando dos víctimas mortales. La ONG ha acusado a las fuerzas israelíes de ser responsables de este ataque deliberado, basándose en testimonios de su personal presente en el convoy.

El convoy, compuesto por cinco vehículos, fue atacado en la calle Al Wahida, cerca del cruce con la calle Said Al A'as, en las cercanías de la oficina de MSF. Estos vehículos tenían como objetivo la evacuación de pacientes y tanto Israel como las milicias de Hamás habían sido informados al respecto.

Según la organización, "dos de los coches de MSF fueron alcanzados deliberadamente, matando a un enfermero voluntario de nuestros equipos e hiriendo al familiar de otro, que más tarde también murió a causa de la herida".

Uno de los supervivientes del ataque relata que vio "tanques y francotiradores en lo alto de los edificios" cuando el convoy se acercaba a las oficinas de MSF. Describió cómo se aterrorizó al ver cómo los francotiradores y los tanques los apuntaban con sus armas, especialmente a la cuarta y la quinta furgoneta del convoy. El ataque dejó una herida superficial en el testigo y causó una herida crítica en la cabeza a su compañero Alaa, quien finalmente falleció en el hospital.

MSF ha condenado enérgicamente este ataque y ha solicitado a las autoridades israelíes una explicación formal, así como una investigación independiente para determinar los hechos y las responsabilidades.

Además, la organización humanitaria también ha culpado a Israel de la destrucción de cinco de sus vehículos y graves daños a su clínica en Ciudad de Gaza en otro incidente ocurrido dos días después. MSF atribuye estos daños a la intervención de una excavadora y un vehículo militar pesado israelíes.

En el comunicado original de MSF publicado el mismo día del incidente, se denunció que la clínica terminó envuelta en llamas y que había personal médico y familiares dentro del centro en el momento del ataque. Cuatro coches de MSF se incendiaron, mientras que un quinto coche, estacionado al otro lado de la calle, se partió en dos pedazos.