En un reciente comunicado, la Federación Nacional Empresarial de Alquiler de Vehículos con y sin conductor (Feneval) ha elevado sus preocupaciones a la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, en relación a la propuesta que busca imponer la obligación de adquirir vehículos de cero emisiones (ZEV) para las flotas de empresa en Europa.
Este llamado ha sido respaldado por una amplia variedad de asociaciones empresariales que operan dentro de la cadena de valor del sector automovilístico, quienes consideran que un mandato de este tipo podría resultar perjudicial para la competitividad de las empresas en toda Europa. Además, advierten que la medida amenaza de manera particular a la industria automotriz europea, un pilar fundamental que genera millones de empleos.
Las organizaciones instan a la Comisión Europea a que, junto con los Estados miembros, se concentre en eliminar los obstáculos que dificultan la adopción de vehículos de cero emisiones en el ámbito corporativo, para así facilitar un avance significativo en su implementación en todo el continente.
Juan Luis Barahona, presidente ejecutivo de Feneval, ha enfatizado la necesidad de que la Comisión revise la adopción de esta normativa, sugiriendo en su lugar una colaboración más estrecha con los Estados miembros y el sector privado, a fin de establecer un enfoque que permita descarbonizar las flotas de manera sostenible y efectiva, sin poner en riesgo la estabilidad económica de la Unión Europea y sus empleos asociados.
Los representantes del sector de alquiler de vehículos han señalado que uno de los principales obstáculos para la adopción generalizada de los ZEV es la insuficiente infraestructura de recarga. Esta carencia afecta a todos los tipos de vehículos, desde furgonetas hasta camiones pesados, y perjudica el funcionamiento eficiente de empresas de diversos sectores en toda Europa.
Asimismo, el escrito advierte que imponer la obligatoriedad de adquirir un porcentaje de vehículos de cero emisiones podría tener efectos adversos, como la prolongación de la vida útil de vehículos más antiguos y una disminución en la compra de nuevos, debido a costos insostenibles, lo que impactaría directamente en la modernización del parque automovilístico.
Barahona concluyó señalando que esta situación podría desencadenar una serie de consecuencias negativas, incluyendo una caída en las matrículas de vehículos nuevos y dificultades para satisfacer adecuadamente las necesidades de los clientes, lo que sin duda afectaría la competitividad de los fabricantes europeos en un contexto económico ya complicado.
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