En Madrid, el 20 de noviembre, las tensiones entre los dos principales partidos políticos españoles han vuelto a estallar. El PSOE ha lanzado una dure crítica hacia los diputados del PP, acusándolos de comportamientos que consideran inaceptables en el contexto parlamentario. Según el partido socialista, este comportamiento se asemeja al de una "brigada salvaje", lo que, según afirman, provoca una profunda "vergüenza ajena" y "mancilla" la honorabilidad de la cámara legislativa.

La dirección federal del PSOE no ha escatimado en calificativos y se ha centrado en el portavoz popular, Miguel Tellado, a quien han descrito como “uno de los parlamentarios más vergonzosos que ha conocido la democracia española”. Este tipo de acusaciones refleja la creciente polarización del debate político en el país, donde las descalificaciones se están convirtiendo en moneda corriente.

El comunicado del PSOE destaca que las actitudes del Grupo Popular sobrepasan los límites de la educación y la cortesía parlamentaria. En su crítica, subrayan que estos comportamientos indignos tienen la capacidad de alejar a cualquier ciudadano decente de la política, insinuando que el Partido Popular busca intencionalmente provocar estos sentimientos entre la ciudadanía.

En una defensa del concepto de la soberanía nacional, los socialistas argumentan que el Congreso debe ser un lugar de debate y respeto, y no un escenario donde se actúe como “hooligans” que insultan y gritan. Para ellos, esta falta de respeto hacia el adversario político perjudica seriamente la dignidad institucional de la cámara.

Por otro lado, el PSOE ha hecho un llamado al presidente del PP, Alberto Núñez Feijóo, pidiéndole que reflexione sobre lo que consideran “tácticas marrulleras” provenientes de lo que ellos consideran como “el peor grupo de la oposición” que recuerdan. Se señalan las formas como la principal preocupación, a pesar de que el contenido que presentan los populares también es objeto de crítica, siendo calificado de "trufado de bulos, faltas de respeto y medias verdades”, lo que los socialistas consideran simplemente intolerable.