El reciente respaldo de Estados Unidos para el uso de misiles de largo alcance y la reciente conversación entre el canciller alemán Olaf Scholz y el presidente ruso Vladimir Putin están provocando un agitado clima geopolítico en torno al conflicto de Ucrania.
La posible reelección de Donald Trump tras las elecciones de noviembre, y su promesa de poner fin a la guerra en Ucrania, ha acelerado las actividades diplomáticas y militares de los aliados de Ucrania, incluyendo a Washington. Después de meses de reticencia, Estados Unidos está ahora dispuesto a permitir que los misiles ATACMS se utilicen para atacar objetivos dentro del territorio ruso.
Trump, pocos minutos después de declararse vencedor en los comicios, afirmó su intención de cimentar la paz, centrándose en la creciente tensión en Oriente Medio y la invasión de Ucrania que comenzó en febrero de 2022. En su campaña, llegó a insinuar que, de haber estado él en la presidencia, no se habrían producido las actuales crisis en ninguna de las regiones conflictivas.
Por su parte, tanto Trump como Putin han dejado entrever la posibilidad de un contacto directo entre ellos. Sin embargo, el presidente ucraniano Volodimir Zelenski ha expresado su firme oposición a entablar diálogos con Moscú sin condiciones claras y beneficios tangibles, un mensaje que ha reiterado a sus aliados a lo largo de estos más de mil días de confrontación.
La semana pasada, Zelenski manifestó su descontento ante la reciente llamada entre Scholz y Putin, considerada la primera en casi dos años. El líder ucraniano teme que dicha conversación abra la puerta a nuevas negociaciones, algo que considera que está en línea con los deseos de Putin desde hace tiempo.
El canciller alemán ha intentado mantener un equilibrio, asegurando que su apoyo a Kiev sigue intacto, aunque ha vetado algunas solicitudes clave de Zelenski, como la entrega de misiles Taurus, que cuentan con un alcance de hasta 500 kilómetros.
Berlín sostiene que la autorización de estos misiles podría desencadenar una escalada del conflicto, un argumento que también había sido utilizado por Washington para justiciar su resistencia a autorizar que los ATACMS ucranianos atacaran objetivos rusos. Recientemente, la Administración Biden ha comenzado a cambiar su postura sobre este asunto, según informes de medios destacados como 'The Washington Post' y 'The New York Times'.
Es muy probable que la situación de Ucrania esté entre los temas principales a debatir durante la próxima reunión del G-20 en Río de Janeiro, que será la última para el presidente Biden. Aunque el presidente brasileño, Luiz Inácio Lula da Silva, ha optado por no incorporar el conflicto en la agenda oficial, es probable que surjan diversos contactos bilaterales entre naciones aliadas en el ámbito privado.
El reciente despliegue de tropas norcoreanas en el frente de combate ruso podría ser un factor que ha llevado a varios gobiernos a hablar de un posible punto de inflexión. Este contexto también podría reflejar un esfuerzo por fortalecer la posición de Zelenski y sus fuerzas armadas antes de posibles negociaciones impulsadas por Trump desde la Casa Blanca.
Desde Buenos Aires, el presidente francés Emmanuel Macron ha descartado cualquier posibilidad de un acercamiento por parte de Putin, afirmando que el líder ruso “no busca la paz” ni está “preparado para negociar”, y ha instado a continuar con el respaldo a Ucrania.
El presidente de Turquía, Recep Tayyip Erdogan, quien anteriormente actuó como mediador entre Moscú y Kiev, está trabajando en una nueva propuesta de alto el fuego, según reportan fuentes de Bloomberg. Este plan turco podría incluir el despliegue de fuerzas internacionales y limitar las aspiraciones de Ucrania de unirse a la OTAN.
La aspiración de Ucrania por la adhesión a la OTAN ha sido utilizada por Putin como justificación para la invasión de 2022. Sin embargo, Zelenski ha dejado claro que no está dispuesto a renunciar a esa meta, ni a ceder territorios del este de Ucrania actualmente controlados por Rusia, incluyendo la península de Crimea, que ha estado bajo control ruso desde 2014.
En su llamada reciente con Scholz, Putin hizo hincapié en que cualquier acuerdo potencial debe considerar sus preocupaciones en materia de seguridad y las “nuevas realidades territoriales” que han surgido a raíz del conflicto.
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