En un momento crucial para la política española, el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, se presentará este jueves 30 de abril ante la 'comisión Koldo' del Senado. Su comparecencia tiene como objetivo responder a las inquietudes planteadas por los grupos parlamentarios, particularmente el Partido Popular (PP), que ha advertido sobre un posible interrogatorio complicado y desleal.
Sánchez, abrumado por la presión, se verá obligado a dar explicaciones sobre las actividades de sus exsecretarios de Organización, José Luis Ábalos y Santos Cerdán, así como del exasesor Koldo García. Todos ellos están bajo investigación por el Tribunal Supremo por presuntos delitos relacionados con la corrupción, incluido el cobro de comisiones ilegales. Cerdán, al enfrentarse a serias acusaciones, ha estado en prisión preventiva desde hace varios meses.
El mandatario se presentará en el Senado acompañado por varios altos funcionarios, incluido el ministro de Presidencia y el secretario de Estado de Relaciones con las Cortes. Según información procedente de Moncloa, Sánchez tiene la intención de responder a todas las preguntas sin refugiarse en el derecho a no declarar, un enfoque que contrasta con otros comparecientes que han optado por el silencio en situaciones similares.
El presidente se prepara para un interrogatorio que podría extenderse durante varias horas. Su equipo asegura que afrontará este reto con la misma calma que exhibe en las sesiones de control del Congreso, pero con una intensidad incrementada debido a las circunstancias. Sin embargo, se espera que no aporte información novedosa y que su enfoque se mantenga dentro de los límites institucionales establecidos.
El Gobierno considera que el formato de preguntas, que limita a cada grupo a turnos de 50 minutos, puede no beneficiar a Sánchez, aumentando la probabilidad de que algunos senadores traten de interrumpir su tiempo de respuesta. Desde Moncloa, las expectativas son bajas y se prevé que la cita no sea un triunfo, sino más bien un ejercicio para salir a flote.
A pesar de las preocupaciones expresadas por el Ejecutivo, el entorno de Sánchez intenta minimizar las implicancias del evento, incluso al no revelar quién será el senador del PP encargado de plantear las preguntas. En Moncloa sostienen que el enfoque del presidente no cambiará independientemente de quién esté al otro lado, aunque anticipan que la sesión podría ser problemática y cargada de hostilidad.
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