Reino Unido aspira a flexibilizar normas para bancos y aseguradoras evitando la "competencia desleal".
En una decisión significativa para el sector financiero británico, el regulador financiero del Reino Unido ha adoptado una postura favorable hacia la reducción de la carga regulatoria que afecta tanto a bancos como a aseguradoras. Sin embargo, esta medida no está exenta de precauciones; se advierte sobre la necesidad de evitar lo que se denomina una "carrera a la baja". Tal enfoque busca asegurar que el fortalecimiento del sector financiero no implique la degradación de los estándares ya establecidos, enfatizando que los conceptos de resiliencia y competitividad son, en esencia, interdependientes.
Durante su comparecencia ante un comité parlamentario este miércoles, Sam Woods, quien ocupa un puesto destacado en la Autoridad de Regulación Prudencial del Banco de Inglaterra, manifestó la intención del regulador de presentar una propuesta pionera. Esta propuesta consiste en la creación de un “acelerador de inversiones de ajuste de contrapartida”, que pretende abordar las situaciones en las que las aseguradoras requieren realizar inversiones con urgencia y rapidez.
Woods explicó que la propuesta se asemejaría a un "sandbox", un espacio controlado que permite a las empresas experimentar con nuevos productos y servicios. De esta manera, las aseguradoras podrían proceder con sus inversiones y, posteriormente, acudir al regulador para obtener la aprobación necesaria. Esta flexibilidad es vista como crucial para dinamizar la capacidad de respuesta del sector ante oportunidades de inversión.
Además, se discutieron iniciativas para simplificar la carga de informes en el sector asegurador, así como la exploración de posibles reducciones en las exigencias informativas que actualmente enfrentan los bancos. Estas reformas apuntan a desahogar al sector de regulaciones que, según se argumenta, han crecido en complejidad y en cantidad en los últimos años.
Woods comentó sobre la evolución del marco regulatorio, señalando que el sector ha estado bajo un modelo de regulación cada vez más estricto, pero que actualmente se encuentra en un proceso de revisión y ajuste. “Ahora, con un mayor control sobre las normativas gracias al Brexit, es razonable tomar un paso atrás para evaluar lo construido en la última década o más. Es indispensable indagar si hemos sobrecargado de forma innecesaria algunos aspectos o si hay redundancias que pueden ser eliminadas”, afirmó, sugiriendo una revisión crítica de la normativa existente.
En línea con esta crítica, se hizo hincapié en la necesidad de mantener una supervisión adecuada para evitar caer en prácticas que puedan ser perjudiciales. Woods recalcó que es vital evitar cualquier tipo de competición que ponga en riesgo los estándares de seguridad del sector. Las crisis financieras, argumentó, son gravísimas y pueden obstaculizar el crecimiento a largo plazo de la economía.
Se hizo especial énfasis en la prioridad de mantener una base sólida en resiliencia, seguridad y fortaleza del sistema financiero, considerando que cualquier esfuerzo por mejorar la competitividad y el crecimiento debe estar subordinado a estos pilares. “Resiliencia y competitividad son conceptos que deben proseguir juntos. No podemos sacrificar la estabilidad en pro de un crecimiento expedito”, concluyó Woods durante su declaración.
Este cambio de enfoque regulatorios se enmarca dentro de una tendencia más amplia y reciente, donde en octubre de 2023, tanto la Autoridad de Conducta Financiera (FCA) como la Autoridad de Regulación Prudencial (PRA) del Banco de Inglaterra levantaron los límites a la remuneración variable de los banqueros en la City. Esta medida forma parte de una serie de políticas diseñadas post-Brexit, que tienen como objetivo revitalizar y asegurar la posición de Londres como un centro financiero de relevancia internacional.
Es relevante recordar que el límite a los bonus de los banqueros fue implementado en 2014, en el contexto de la membresía del Reino Unido en la Unión Europea (UE), a pesar de las objeciones del Gobierno británico, que consideró que tales regulaciones menoscababan el Tratado y no contribuían a la estabilidad del sector. Según las normativas anteriores, los bonus podían alcanzar el doble de la remuneración fija solamente con la aprobación de los accionistas.
Las normas fueron diseñadas para prevenir la toma de riesgos excesivos por parte de los banqueros en el corto plazo, una cuestión que, según diversas instancias en Bruselas, fue un factor determinante en la crisis financiera. Anteriormente, la FCA ya había anunciado reformas adicionales para modernizar las reglas de cotización, vitales para hacer más atractivo el mercado de Londres, especialmente dado que algunas empresas, incluidas las británicas, optaron por trasladar sus cotizaciones a otras bolsas fuera del país.
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