Jair Bolsonaro, expresidente de Brasil, ha estado en el ojo del huracán tras ser acusado de obstruir una investigación en su contra al intentar solicitar asilo político en el país vecino, Argentina, bajo la presidencia del ultraderechista Javier Milei.

El exmandatario y su hijo, Eduardo Bolsonaro, están bajo la mira de la Policía Federal de Brasil, que los acusa de haber financiado esfuerzos desde Estados Unidos para desestabilizar la investigación por el intento de golpe de Estado. Esta denuncia se presentó ante el Tribunal Supremo, tras descubrirse que Eduardo promovía represalias contra las instituciones gubernamentales y judiciales de su país.

Desde el 4 de agosto, Bolsonaro se encuentra bajo arresto domiciliario debido a violaciones a las condiciones de su libertad, las cuales incluyen la supuesta financiación de una campaña en el extranjero para favorecer medidas contra Brasil. La situación se complica aún más por el creciente interés del expresidente estadounidense Donald Trump en los problemas legales de Bolsonaro.

Además, documentos hallados en el teléfono del expresidente indican que contemplaba solicitar asilo en Argentina, alegando ser víctima de una persecución política, lo que ha llevado a la Policía a investigar sus intenciones de huida desde que comenzó la indagatoria sobre su supuesta participación en actividades ilegales.

El magistrado Alexandre de Moraes ha fijado un plazo de 48 horas para que la defensa de Bolsonaro explique lo que él considera un "evidente riesgo de fuga", sumado a las violaciones repetidas de las medidas impuestas.

En un giro inesperado, la Policía también ha apuntado al pastor evangélico Silas Malafaia, aliado de Bolsonaro, como miembro de la conspiración en su contra. Malafaia fue interceptado al llegar a Brasil y se le confiscó su teléfono y pasaporte, prohibiéndole salir del país. Las autoridades sospechan que su objetivo era influir en el sistema judicial para proteger a los Bolsonaro de consecuencias legales.

La situación se ha tornado crítica y está generando un clima de creciente tensión política en Brasil, donde las acciones de los Bolsonaro y sus aliados podrían tener repercusiones a largo plazo en el panorama político del país.