La lucha contra los incendios forestales ha dado frutos este año, con una disminución significativa en la cantidad de hectáreas quemadas en comparación con años anteriores. Según datos del Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico, hasta el 22 de septiembre de 2024 se han calcinado 49.745 hectáreas, lo que representa un descenso del 55,6% en comparación con el año anterior y un 45,7% menos que la media de la última década, que rondaba las 91.510 hectáreas quemadas en el mismo periodo.
Este año se posiciona como el séptimo con mayor número de hectáreas afectadas en la última década, superando a años como 2018 y 2014. Aunque todavía está lejos de las cifras alarmantes de 2023 y 2022, donde se registraron cantidades mucho más altas de hectáreas quemadas en el mismo período de tiempo.
En cuanto a la naturaleza de los incendios, la mayoría de ellos han sido conatos, es decir, que han afectado a menos de una hectárea. Sin embargo, también se han producido 17 grandes incendios forestales, donde han ardido más de 500 hectáreas. A pesar de que este número se mantiene dentro de la media de los últimos años, es un recordatorio de la importancia de permanecer vigilantes y fortalecer las medidas de prevención.
Los datos revelan que la distribución de los incendios ha sido heterogénea, con un mayor porcentaje en el noroeste y en las comunidades interiores. La superficie afectada también varía según la región, con un mayor impacto en las comunidades interiores en comparación con el Mediterráneo y Canarias.
Por último, en cuanto al tipo de vegetación afectada, se han contabilizado 11.523 hectáreas de superficie arbolada, 28.644 hectáreas de superficie de matorral y monte abierto, y 9.577 hectáreas de superficie de pastos y dehesas hasta la fecha. Estos datos resaltan la diversidad de ecosistemas vulnerables a los incendios y la importancia de continuar trabajando en su protección y conservación.
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