En España, según Ecologistas en Acción, alimentos con al menos 106 plaguicidas fueron comercializados en 2022. Dentro de este preocupante número, se encontraban 59 disruptores endocrinos y 32 sustancias no autorizadas. Este alto uso de pesticidas expone a la población y al medio ambiente a cantidades múltiples de sustancias cuyo efecto combinado ha alertado a la comunidad científica.
Estas revelaciones provienen del nuevo informe de la ONG titulado 'Directo a tus hormonas. Residuos de plaguicidas en los alimentos españoles', presentado recientemente. Ecologistas en Acción ha investigado los datos más recientes disponibles de la Agencia Española de Seguridad Alimentaria y Nutrición (AESAN).
A pesar de ser una muestra no muy representativa (solo 3,61 muestras por cada 100.000 habitantes), ha permitido descubrir que los alimentos analizados estaban contaminados con 106 tipos de plaguicidas distintos. En concreto, el 36% de las muestras contenían restos de una o más sustancias, cifra que se eleva al 43% en el caso de las frutas y verduras.
De los 106 plaguicidas identificados, 59 eran disruptores endocrinos y 32 no contaban con la aprobación de la Unión Europea. Además, 17 de ellos eran candidatos a ser reemplazados por sus efectos cancerígenos, tóxicos para la reproducción o de disrupción endocrina, o por cumplir dos de las tres características de persistencia, bioacumulación y toxicidad.
Ecologistas en Acción ha alertado sobre el hecho de que el 22% de las muestras presentaban contaminación múltiple con diversos plaguicidas. Destacan especialmente los tomates españoles, que tenían residuos de 31 sustancias diferentes. La liberación de al menos 97 pesticidas tóxicos en cultivos españoles pone en peligro al medio ambiente y a quienes viven en las proximidades de estos cultivos, según la ONG.
La portavoz de la organización ecologista, Kistiñe García, ha hecho hincapié en la importancia de que las explotaciones agrarias respeten los derechos humanos de sus trabajadores, proporcionándoles formación y Equipos de Protección Individual obligatorios, y manteniendo prácticas de aplicación de fitosanitarios dentro de la legalidad.
Críticas también han sido dirigidas hacia el Ministerio de Agricultura, acusándolo de desaprovechar la oportunidad de posicionar a España como un productor de alimentos más saludables en lugar de ser el segundo Estado miembro en ventas de plaguicidas. Se cuestiona cuánto tiempo más las autoridades y la población ignorarán las consecuencias de la pérdida de salud, biodiversidad y la precaria situación de los trabajadores agrícolas debido al excesivo uso de pesticidas en la producción de alimentos.
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