En la zona norte de la Franja de Gaza, todos los hospitales, a excepción de uno, han dejado de funcionar debido a la falta de suministros básicos y los continuos ataques de las fuerzas israelíes en sus cercanías, según informa la última actualización de Naciones Unidas. De acuerdo con este informe, las instalaciones hospitalarias no deben ser objetivo de acciones militares en ningún caso.
Según la Oficina para la Coordinación de Asuntos Humanitarios (OCHA) de la ONU, el hospital de Al Ahli en la Ciudad de Gaza es el único en funcionamiento, pero aún alberga a más de 500 pacientes. El resto de los hospitales se han visto obligados a suspender sus actividades debido a la escasez de combustible, electricidad, medicamentos, alimentos, agua y oxígeno, entre otras necesidades básicas.
Uno de los focos de mayor tensión en los últimos días ha sido el hospital de Al Shifa, el más grande de la Franja de Gaza, donde aún se encuentran al menos 600 pacientes, entre 200 y 500 trabajadores y 1.500 desplazados. El personal del centro ha denunciado bloqueos por parte de las fuerzas militares israelíes y la muerte de pacientes en los últimos días. Según los informes, más de 30 personas han fallecido, incluidos tres bebés prematuros.
El Derecho Internacional protege de manera específica tanto a estas instalaciones como al personal que trabaja en ellas, por lo que la ONU ha instado a todas las partes a garantizar el respeto por estos mínimos. Las autoridades israelíes acusan al Movimiento de Resistencia Islámica (Hamás) de usar hospitales como escondites y de utilizar a civiles como escudos humanos.
Además, la ONU también ha expresado su preocupación por los riesgos sanitarios derivados de la falta de agua y la acumulación de residuos en la Franja de Gaza. La agencia para los refugiados palestinos (UNRWA) ha advertido que se verá obligada a paralizar la recogida de aproximadamente 400 toneladas de basura en campamentos y refugios por falta de combustible.
La falta de combustible también ha afectado el funcionamiento de estaciones de aguas residuales y plantas desalinizadoras, lo que ha llevado a casos de consumo de agua del mar, lo cual es altamente peligroso. La ONU teme que esta situación provoque un aumento de la contaminación del agua y la aparición de brotes de enfermedades que podrían ser prevenibles en un contexto con una red de saneamiento adecuada.