En una declaración polémica, las autoridades de Hungría han advertido que podrían enviar a los migrantes irregulares que entren en su territorio hacia Bruselas como represalia por lo que consideran una falta de respaldo por parte de la Unión Europea en la protección de sus fronteras. Esta postura ha sido una constante denuncia por parte de Budapest en su enfrentamiento con el bloque comunitario.

El ministro de Gobernación de Hungría, Gergely Gulyás, ha afirmado en una conferencia de prensa que "si Bruselas quiere migrantes, los recibirá. Les proporcionaremos un billete de ida a Bruselas", mientras exige a la UE que permita al gobierno húngaro controlar los flujos irregulares de migrantes en su territorio.

Gulyás ha enfatizado la importancia de proteger las fronteras del espacio Schengen para toda Europa, pero ha señalado que Hungría no ha recibido el respaldo necesario de la UE para implementar las medidas de seguridad, a diferencia de otros Estados. Por esta razón, Budapest está considerando diversas formas de respuesta.

Ante las críticas provenientes de Hungría, la portavoz comunitaria de Interior, Anitta Hipper, se ha abstenido de responder directamente a Budapest y ha destacado la necesidad de que la gestión migratoria en la UE sea "efectiva y humana", respaldando el Pacto Migratorio como un medio para lograrlo a través de la cooperación con países de origen y tránsito.

Estas amenazas son el último capítulo en la rivalidad entre Budapest y Bruselas en diversas áreas, que van desde la energía hasta el control de fronteras. Esta tensión se enmarca en la oposición de Viktor Orbán al Pacto de Migración y Asilo, al que ha criticado abiertamente, catalogándolo como "otro clavo en el ataúd" de la UE, a pesar de que proporciona un mayor control de las fronteras exteriores.

Orbán ha expresado su pesar por la supuesta falta de unidad en la UE y ha asegurado que Hungría "nunca cederá ante el frenesí migratorio masivo". El Pacto incluye la llamada 'solidaridad a la carta', que permite a los Estados evitar la acogida de migrantes mediante una compensación económica.

Estos enfrentamientos reflejan la confrontación entre Hungría y la Comisión Europea, que recientemente han chocado por cuestiones como el programa de visados y permisos de residencia para ciudadanos rusos y bielorrusos, así como las críticas de Budapest a la capacidad de Ucrania para vetar el flujo de crudo ruso a través del oleoducto de Druzhba.