Hezbolá celebra su "triunfo" frente a Israel, que busca un alto el fuego para proteger a sus fuerzas.
En Madrid, el 29 de noviembre, el líder del partido-milicia chií libanés Hezbolá, Naim Qassem, ha ofrecido una interpretación de los recientes eventos en Líbano que resalta la supuesta victoria del grupo ante las fuerzas israelíes. Según él, el alto el fuego acordado con el Ejército israelí no tiene otro propósito que el de salvar las vidas de sus tropas en la frontera sur de Líbano y sería una clara señal del reconocimiento del poder de la resistencia chií.
Durante un discurso pronunciado el viernes, Qassem subrayó que la actual guerra con Israel, que se ha prolongado más que la de julio de 2006, ha sido más feroz y ha acarreado mayores sacrificios para Hezbolá, así como una considerable asistencia externa y estadounidense a Israel, de acuerdo con reportes del diario libanés 'L'Orient-Le Jour'. Esto refleja, según su visión, una fortaleza inédita del grupo en comparación a conflictos previos.
El líder de Hezbolá no escatimó en elogios hacia sus combatientes, asegurando que su valentía y determinación han frustrado cualquier esperanza de victoria por parte de Israel. Esta situación ha llevado al primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, a acordar el alto el fuego, una medida que Qassem interpretó como un signo de debilidad y desesperación del enemigo, que ahora se ve obligado a justificar tal acuerdo.
En un análisis más detallado de la situación, Qassem hizo hincapié en que la imagen de la victoria se refleja en el retorno de los libaneses a sus hogares, en contraste con la huida de los colonos israelíes. “El enemigo ha fracasado en su intento de erradicar a Hezbolá y acabar con la resistencia”, declaró, indicando que este acuerdo representa una victoria significativa para su causa.
Añadiendo a su retórica, el líder chií aseguró que mientras en Beirut se celebraba la victoria con las banderas de Hezbolá ondeando, en Tel Aviv la imagen era contrastante, con los israelíes levantando “banderas blancas” como símbolo de rendición. Esto, a su vez, ha generado un vendaval de críticas y dudas dentro de la oposición israelí y entre algunos miembros del propio gobierno, señalando una fractura en la confiabilidad de las políticas de defensa israelíes.
En su alocución, Qassem enfatizó que la “legendaria resistencia” libanesa ha impresionado al mundo y ha inculcado temor en la clase política israelí. “No deseamos la guerra, pero hemos tenido la capacidad y la determinación para impedirla”, afirmó con firmeza, reforzando la imagen de un grupo que se siente fortalecido por los recientes acontecimientos.
El líder de Hezbolá no dejó de recordar los planes estratégicos del fallecido líder del grupo, Hasán Nasralá, que, a su juicio, han sido efectivamente aplicados, adaptándose a las circunstancias cambiantes del conflicto. Con estadísticas que revelan que más de 70,000 israelíes del norte han sido desplazados de sus hogares y el Ejército de Israel ha sufrido perdidas significativas, Qassem pintó un panorama de éxito para su organización.
Respecto al alto el fuego, Qassem presentó el cumplimiento de la resolución 1701 del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas como otra victoria, subrayando la importancia de que el Ejército libanés recupere competencias en el sur del país. “Este acuerdo se establece bajo la soberanía libanesa y lo aceptamos orgullosamente como un derecho a la defensa”, agregó, reforzando la legitimidad de su postura ante el conflicto actual.
Concluyendo su discurso, Qassem rindió homenaje a los líderes de Hezbolá y otros grupos islámicos, señalando el apoyo incondicional de Irán y los hutíes de Yemen hacia la causa palestina. En su declaración sobre el apoyo a la causa palestina, enfatizó que este no se detendrá y que el objetivo final continúa siendo “la liberación de Jerusalén”, dejando clara su postura combativa y su disposición a combatir cualquier amenaza percibida contra sus intereses.
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