Crónica España.

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Gabriela Molina, de Fundación Otazu: "Buscamos aumentar la frecuencia de nuestras exposiciones".

Gabriela Molina, de Fundación Otazu:

En un emocionante desarrollo para el mundo del arte, Fundación Otazu ha dado la bienvenida a Gabriela Molina como la nueva líder de su equipo, con el objetivo de revitalizar su programa artístico y fomentar nuevas alianzas. Esta iniciativa busca también aumentar la visibilidad del destacado conjunto de más de 150 obras de arte contemporáneo que se exhiben de forma permanente en la bodega.

Durante una reciente conferencia de prensa, Molina compartió su ambición de realizar exposiciones de manera más frecuente, permitiendo que las obras no siempre visibles sean finalmente apreciadas por el público. "Queremos que estas creaciones salgan a la luz y no permanezcan escondidas", afirmó.

Originaria de Venezuela y nacida en 1994, Molina posee una licenciatura en Bellas Artes y actualmente se encuentra completando un máster en Estudios de Comisariado en la Universidad de Navarra. Su pasión por la gestión cultural comenzó en el famoso taller del maestro del arte cinético Carlos Cruz-Diez, donde se inició como asistente en producción y proyectos.

Desde aquella época, su trayectoria ha incluido la participación en importantes exposiciones y monumentales instalaciones, destacando su trabajo en la Chromosaturation del Museo de Bellas Artes de Houston. Con su llegada al equipo liderado por Guillermo Penso, presidente de Otazu, se busca inyectar una perspectiva fresca sobre la relevancia del arte en la actualidad.

Molina argumenta que el arte y el vino son representaciones del tiempo, ya que ambos reflejan lo que desean comunicar en cada momento, estableciendo una conexión sensorial única. También recordó que la iniciativa original de la colección se basa en la fusión de arte y vino.

La integración del arte y el vino se ha convertido en un sello distintivo de la Fundación. "Deseamos que esta relación evolucione para que sea una experiencia accesible y enriquecedora para todos. Crear un buen vino, al igual que producir una obra de arte, requiere paciencia, intuición y respeto por cada componente", explicó.

Desde su fundación en 2016, la institución se ha dedicado a la gestión de un centro de arte en Otazu, Navarra, que no solo preserva y exhibe su colección, sino que también promueve diversas actividades artísticas, reflejadas en sus etiquetas de vino, cada una con un diseño exclusivo que resalta su singularidad.

A lo largo de los años, la Fundación ha colaborado con reconocidos artistas como Manolo Valdés, Jordi Bernadó y Xavier Mascaró, para fomentar un diálogo entre el arte y la naturaleza, así como para impulsar el progreso social y la apreciación del arte contemporáneo. En 2020, este esfuerzo fue reconocido con el Premio 'A' al Coleccionismo de la Fundación ARCO.

Molina también destacó que entre las actividades centrales de la Fundación se encuentran la creación de una colección de arte, la educación artística y eventos anuales como el Otazu ArtWeekend, además de la Bienal de Arte Contemporáneo Monumental que están organizando.

Además, Gabriela Molina actúa como gerente de proyectos y relaciones comerciales del legado de Cruz-Diez, trabajando en colaboración con su familia para mantener su obra y pensamiento vivos, lo que hace esta conexión especialmente significativa en la bodega, donde el artista está presente a través del proyecto Vitral de Otazu.

La responsable mencionó que están en la fase de planificación para la nueva Bienal, programada para el próximo año, y otras exposiciones en el segundo piso. También resaltó el proyecto Genios de Otazu, en marcha desde 2016, que busca combinar la creatividad artística con la enología.

Ubicado a tan solo ocho kilómetros de Pamplona, Otazu es el viñedo con Denominación de Origen Protegida más al norte de España, situado entre la Sierra del Perdón y la Sierra del Sarbil, con el río Arga como límite natural. Su singular microclima le confiere una denominación de origen protegida, D.O.P. Pago de Otazu.

En esta bella localidad, se encuentran vestigios históricos, entre ellos una iglesia románica del siglo XII dedicada a San Esteban, una torre del siglo XIV y un majestuoso palacio del siglo XVI. Adquirida por la familia Penso en 1989, toda su producción vitivinícola proviene de las 116 hectáreas de viñedo que rodean la bodega, donde se cultivan variedades como Tempranillo, Cabernet Sauvignon, Merlot, Cabernet Franc, Chardonnay y Berués.