En un emotivo escenario marcado por el luto, el funeral de Estado en honor a las 237 víctimas de la tragedia del 29 de octubre ha sido el punto de encuentro de familiares y autoridades en el Museu de les Ciències de València. Sin embargo, la solemnidad del evento fue interrumpida por abrumadores gritos de protesta dirigidos al presidente de la Generalitat, Carlos Mazón, antes y después de la ceremonia.
En un gesto conmovedor, algunos familiares levantaron fotografías de sus seres queridos y vistieron camisetas que llevaban mensajes contundentes como "Eren morts evitables" y "La verdad siempre vence". Desde la tercera fila, donde se encontraba Mazón, los gritos de "asesino" y "dimisión" resonaban en el recinto, creando un ambiente tenso. En medio de la angustia y el clamor, una familiar no dudó en señalar tanto a Mazón como a Pedro Sánchez, acusándolos de complicidad en la tragedia.
Una de las imágenes que capturó la atención fue la de Janine, una joven embarazada cuya vida se apagó junto a su bebé, Escarlett, víctima de las riadas que sacudieron la región. La demanda de justicia para los que perdieron la vida fue palpable, con peticiones que culminaron en la exigencia de inscribir su nombre en el Registro Civil a través de la jueza que investiga el caso.
El ambiente cambió drásticamente con la llegada de la familia real, donde los aplausos reemplazaron a los gritos de protesta. Los reyes, acompañados de Sánchez y otros altos funcionarios, mostraron su apoyo a los afectados en un encuentro previo, lo que proporcionó un momento de consuelo en medio del dolor.
Entre los familiares presentes se encontraba Rosa Álvarez, presidenta de la Asociación de Víctimas Mortales de la Dana, quien perdió a su padre en la tragedia. También estaba Toñi García, que lamentó la pérdida de su esposo e hija en un garaje en Benetússer. La presencia de los monarcas, acompañada de palabras de condolencias, fue un rayo de luz en un día sombrío.
Sin embargo, las protestas contra Mazón no cesaron. Las principales asociaciones de víctimas habían solicitado previamente que el presidente no asistiera al funeral, argumentando que su presencia era percibida como una falta de respeto, dado que no estaba disponible durante la crisis de la dana.
A medida que el evento se desarrollaba, las voces de los familiares se intensificaron, demandando responsabilidad a Mazón. Al finalizar el funeral, los gritos resonaron de nuevo, clamando por justicia y un castigo que, para ellos, era innegociable.
Al exterior del recinto, otras personas se unieron a la manifestación de dolor, formando el número 237 con velas encendidas mientras entonaban consignas como "Mazón dimisión" y "el 'president' a Picassent". Así, la jornada concluyó en medio de la lluvia, dejando claro que el clamor por justicia aún persiste en los corazones de aquellos que han sufrido la pérdida.
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