El presidente austriaco, Alexander Van der Bellen, ha tomado una decisión significativa al encargar al jefe del Partido de la Libertad (FPÖ), Herbert Kickl, la formación del nuevo gobierno, tras la ruptura de las negociaciones entre las principales fuerzas políticas como el Partido Popular Austriaco (ÖVP), los socialdemócratas y los centristas. Esta elección se produce en un contexto de creciente polarización política en el país y refleja la fortaleza del FPÖ en las recientes elecciones legislativas celebradas en septiembre.
Durante un discurso a la nación después de su encuentro con Kickl, Van der Bellen subrayó que el FPÖ recibió el apoyo mayoritario de los votantes, y expresó su confianza en que Kickl tiene la capacidad para encontrar soluciones viables para el país. El presidente indicó que considera que el líder ultraderechista está dispuesto a asumir la responsabilidad que ello conlleva, un hecho que no ha pasado desapercibido en la sociedad austriaca.
A pesar de este respaldo, Van der Bellen es consciente de las críticas y restricción que implica el "cordón sanitario" que han establecido los partidos que se negaron a formar una coalición. Enfatizó que no ha tomado la decisión de encargar al FPÖ la formación del gobierno de forma precipitada, y dejó claro que estará vigilante para garantizar que se respete el Estado de Derecho en este proceso. Su compromiso con la Constitución es inquebrantable, y lo hizo explícito al afirmar que se asegurará de que se cumplan todos los principios y normas que esta establece.
En paralelo a estas declaraciones, el ambiente social se ha tensado. Esta mañana, cientos de manifestantes se reunieron frente al Palacio Imperial de Hofburg en Viena para expresar su rechazo a la posibilidad de que el FPÖ establezca una coalición con el Partido Popular Austriaco. Aunque el ÖVP ha mostrado cierta apertura hacia esta alianza, el descontento entre ciertos sectores de la ciudadanía es palpable, reflejando un clima de inquietud respecto a la estabilidad política en el país.
Herbert Kickl, que ya ocupó el cargo de ministro del Interior entre 2017 y 2019, se encuentra en una posición compleja dado su pasado en el gobierno que colapsó debido al escándalo conocido como 'caso Ibiza'. Este caso de corrupción, que involucró a figuras prominentes del FPÖ bajo la coalición del excanciller Sebastian Kurz, ha dejado una sombra sobre su carrera política y plantea interrogantes sobre su futuro liderazgo.
La indignación entre la población no se ha hecho esperar, y una de las organizaciones que ha levantado la voz es la de Estudiantes Judíos de Austria. Su presidente, Alon Ishay, ha señalado que Kickl representa una ideología peligrosa, acusándolo de tener vínculos con el pasado nacionalsocialista. Ishay ha manifestado que el título de "Canciller del Pueblo", que se asemeja a una terminología del nazismo, evoca recuerdos sombríos para los jóvenes judíos y para la comunidad judía en su conjunto, reforzando la preocupación sobre el rumbo que podría tomar el país bajo el liderazgo del FPÖ.
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