Crónica España.

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El Prado cede 'El coloso' para la muestra del Museo de Arte de Nagasaki.

El Prado cede 'El coloso' para la muestra del Museo de Arte de Nagasaki.

En un gesto que refuerza la conexión cultural entre España y Japón, el Museo del Prado ha decidido participar en la conmemoración del 20 aniversario del Museo de Arte de la Prefectura de Nagasaki. Esta colaboración se materializa a través del préstamo de dos valiosas obras de su colección: 'El coloso' y 'Pavo muerto'. Ambas piezas formarán parte de la exposición intitulada 'De Goya a Picasso: la guerra a través de sus ojos', la cual está programada para inaugurarse en julio y que, además, recordará el 80 aniversario de los devastadores bombardeos que afectaron a la ciudad japonesa.

En un comunicado emitido por la renombrada pinacoteca española, se ha destacado que Goya y Picasso son los artistas centrales de esta exposición. La muestra se fundamenta en una serie de obras titulada 'Desastres de la Guerra', que se encuentra en la colección del museo japonés. Estas obras tienen como finalidad transmitir la mirada profunda y conmovedora de estos maestros sobre la barbarie y el sufrimiento, abordando temas tan atroces como la violencia, la locura, el sacrificio de los inocentes y la desesperante falta de alimentos, que Goya describió magistralmente como la esencia de la guerra.

La obra 'El coloso', que algunos atribuyen a Goya, presenta una escena impactante donde un monstruo de proporciones gigantescas se eleva sobre un valle, mientras una multitud desatada por el terror se dispersa en todas direcciones. Este poderoso cuadro ha sido interpretado ocasionalmente como un comentario visual sobre la Guerra de la Independencia, reflejando las tensiones y horror que acompañan a los conflictos bélicos.

Por otro lado, 'Pavo muerto' forma parte de una serie de doce bodegones que Goya realizó y que fueron documentados en 1812. En esta pintura, se puede observar un pavo destacado, con un característico moco rojo, que reposa sobre una superficie simple. Curiosamente, en el mismo lienzo que exhibe esta emblemática ave, Goya dejó su firma, un toque personal que añade valor histórico y artístico a la obra.