En la ciudad de Roma, el 19 de noviembre, el Papa ha expresado su firme convicción sobre la necesidad urgente de tomar medidas contundentes para erradicar el hambre y la pobreza a nivel global. En un mensaje dirigido a los asistentes de la cumbre del G20 que tiene lugar en Río de Janeiro, Brasil, el Santo Padre también ha criticado la “aceptación silenciosa” que prevalece en respuesta a esta problemática persistente.

Los comentarios del Pontífice fueron transmitidos a los líderes mundiales a través del cardenal secretario de Estado, Pietro Parolin, durante el lanzamiento de la Alianza Global contra el Hambre y la Pobreza. En su alocución, el Papa subrayó que todas las acciones encaminadas a mitigar el hambre deben ser implementadas de manera colectiva, exigiendo la colaboración de toda la comunidad internacional para lograr un impacto real.

El Papa enfatizó que para conseguir la ejecución de medidas “eficaces” es indispensable que exista un “compromiso concreto” por parte de los gobiernos, las organizaciones internacionales y la sociedad en su conjunto. Destacó que la dignidad humana, otorgada por Dios a cada individuo, así como el acceso a bienes esenciales y la equitativa distribución de los recursos, deben ser considerados como prioridades en la agenda política y social de todo el mundo.

En este contexto, el Papa ha promovido una de las iniciativas que la diplomacia de la Santa Sede ha estado defendiendo durante años: redirigir los fondos que suelen destinarse a armamento y otros gastos militares hacia un fondo global con la finalidad de combatir el hambre y fomentar el desarrollo en las naciones más necesitadas.

Este modelo de enfoque, según el Santo Padre, podría “prevenir que los ciudadanos de estos países busquen alternativas violentas o ilusorias o que se vean obligados a abandonar su patria en busca de una vida más digna”.

En su misiva, dirigida al presidente brasileño, Luiz Inácio Lula da Silva, el Papa también ha hecho un llamado a la solidaridad mundial y a la necesidad de coordinación entre naciones para enfrentar las injusticias sociales y económicas. Reiteró que el hambre no es consecuencia de la escasez de alimentos, sino que es el resultado de desigualdades estructurales en la distribución de los recursos.

Finalmente, el Papa reafirmó el compromiso de la Santa Sede en la promoción de la dignidad humana, prometiendo contribuir al bien común a través de la experiencia y esfuerzo de las instituciones católicas a lo largo y ancho del planeta. “Que en nuestro mundo ningún ser humano, como persona amada por Dios, se vea privado del pan de cada día. Que Dios todopoderoso bendiga abundantemente vuestros trabajos y esfuerzos en favor del verdadero progreso de toda la familia humana”, concluyó el Pontífice.

El lema de esta cumbre del G20, ‘Construyendo un mundo justo y un planeta sostenible’, refleja el compromiso del gobierno brasileño de buscar acuerdos globales que integren la prosperidad económica con la inclusión social y el desarrollo medioambiental. Durante la cumbre, se han abordado temas de crucial importancia como la seguridad alimentaria, el cambio climático, la salud a nivel mundial, y las reformas necesarias en el sistema financiero internacional.