ROMA, 26 de noviembre. En un reciente intercambio epistolar, el Papa ha declarado que el sacramento del bautismo “no se puede imponer a los padres que no lo desean para sus hijos”. Esta afirmación fue hecha en respuesta a una abuela de Bérgamo que compartió con el Pontífice su angustia ante la falta de matrimonio religioso de su nieta de cinco años.
El Santo Padre expresó que, aunque el bautismo no debe ser forzado, los abuelos pueden jugar un papel fundamental al ser un ejemplo moral, lo que puede ayudar a abrir los corazones de aquellos que parecen estar alejados de la fe. “Ustedes, abuelos, con su testimonio, pueden iluminar caminos que parecen cerrados”, indicó el Papa en su carta.
De acuerdo con el periódico 'Piazza San Pietro', que se vincula a la basílica del Vaticano, el Papa recibió una misiva de una mujer italiana que le comentaba que su nieta no había recibido el sacramento del bautismo debido a que sus padres, casados civilmente, se habían apartado de Dios durante sus años adolescentes. “Hasta la fecha, no hay un deseo visible en ellos por buscarlo o integrarlo en sus vidas”, relató la mujer. En respuesta, el Papa eligió redactar una carta, que fue divulgada por la mencionada revista, aconsejando a la abuela que incremente sus oraciones por los padres que se han distanciado de la fe y enfatizando que “no hay que perder la esperanza”.
En su contestación, el Santo Padre manifestó: “Entiendo su dolor y me siento cercano a ustedes. El bautismo es un magnífico regalo que podemos ofrecer a los más pequeños; es el primer sacramento, la puerta que permite que Cristo y el Espíritu Santo entren en nuestras vidas. Durante años, he tenido la dicha de bautizar a muchos niños en San Pedro y en hospitales, y siempre es una fuente de gran alegría”, expuso Francisco.
Además, el Papa instó a no perder la confianza, incluso si los padres se han alejado de la religión, recordando que “la oración tiene un poder inmenso. Los milagros son posibles a través de ella. Recen con mayor fervor. Recuerden el ejemplo de Santa Mónica, quien oró incansablemente por la conversión de su hijo Agustín, quien más tarde se convertiría en un santo obispo”.
Asimismo, el Pontífice subrayó que “bautizar a un niño es confiar en el Señor y en el Espíritu Santo, ya que, al recibir el bautismo, el niño recibe también al Espíritu Santo, quien fomentará en él las virtudes cristianas desde su infancia, permitiendo que florezcan en el futuro”.
Concluyendo su misiva, el Papa alentó a la abuela a acercarse a los padres de la niña y a dialogar con ellos, sugiriendo que evite insistir sobre el bautismo. “El amor desinteresado es más convincente que cualquier discurso. El amor de Dios siembra esperanza y futuro, amistad, y un anhelo de buscarlo, incluso en momentos inciertos. Sus oraciones serán de gran ayuda. Verán, sigan adelante con ánimo y no se olviden de incluirme en sus oraciones”, culminó Francisco.
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