En una reflexión profunda y conmovedora, el Papa Francisco ha hecho hincapié en las disparidades de un siglo que, mientras se encuentra avanzando en el desarrollo de la Inteligencia Artificial y explorando la posibilidad de vida en otros planetas, se muestra indiferente ante el sufrimiento de la infancia herida, explotada y vulnerable. En sus propias palabras, el Santo Padre invitó a todos a detenerse y considerar esta grave contradicción: "Pensemos en esto".
Durante su primera catequesis del año 2025, el sucesor de San Pedro destacó el invaluable valor de los niños, a quienes describió como un "don de Dios". El Papa no dudó en señalar la desoladora realidad que enfrentan muchos menores en el mundo, quienes pierden sus vidas debido al hambre, los desastres naturales y los conflictos bélicos. Además, instó a la humanidad a no arrebatarles la posibilidad de soñar y aspirar a un futuro mejor, tal como fue reportado por Vatican News.
El tema central de su reflexión en la Audiencia General del Aula Pablo VI fue la alarmante cuestión del trabajo infantil. A pesar de que la humanidad ha logrado proyectarse hacia Marte y explorar mundos virtuales, el Papa Francisco lamentó que resulte tan difícil reconocer el sufrimiento que se refleja en los ojos de aquellos niños que han sido abandonados, explotados y abusados.
En su mensaje, el Pontífice buscó iluminar lo que la Sagrada Escritura dice sobre la infancia, subrayando que los niños son un regalo divino. Sin embargo, también lamentó que este don no siempre sea tratado con el respeto que merece. A través de su alocución, el Papa recordó cómo la Biblia nos guía a lo largo de la historia, donde se entrelazan momentos de alegría y los desgarradores gritos de las víctimas de la injusticia.
El Papa Francisco también trajo a colación la historia de la violencia desatada por Herodes, que impactó incluso a Jesús en su nacimiento, cuando ordenó la masacre de los niños de Belén. Este drama oscuro, según el Santo Padre, se repite bajo diversas formas a lo largo de la historia, incluyendo la penosa experiencia de la migración forzada, que afecta actualmente a innumerables familias y a muchos niños en particular.
En su discurso, Francisco enfatizó que hoy en día hay un número alarmante de niños que se ven obligados a trabajar. No obstante, enfatizó que un niño que no sonríe ni sueña es incapaz de reconocer y desarrollar sus propios talentos. Este aspecto es crucial para la formación integral de los menores y su futuro.
El Pontífice exhortó a todos aquellos que se identifican como hijos de Dios, y especialmente a quienes están llamados a propagar la buena nueva del Evangelio, a no permanecer impasibles ante esta crisis. Se trata de un llamado a la acción que resuena con fuerza en la actualidad.
Para concluir su mensaje, Francisco hizo un ferviente llamado a elevar oraciones al Señor, pidiendo que "abra nuestra mente y nuestro corazón al cuidado y la ternura". De este modo, espera que cada niño y niña del mundo pueda crecer en edad, sabiduría y gracia, experimentando tanto el amor recibido como el amor que pueden ofrecer a su vez.
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