En un significativo encuentro llevado a cabo en Madrid el pasado 4 de enero, el Papa Francisco dirigió un poderoso mensaje a los jóvenes estudiantes del mundo. Durante su audiencia con cerca de 2.000 jóvenes, junto a profesores y educadores, el Santo Padre enfatizó la importancia de erradicar el acoso escolar de la vida educativa, instando a los presentes a recordar la frase: "Nunca acosen, ¿entendieron?".
El Santo Padre subrayó la necesidad de rechazar el acoso escolar, declarando que es imprescindible cimentar los principios de la paz en la comunidad educativa. Durante su encuentro con la Asociación Italiana de Profesores Católicos (AIMC) y otras agrupaciones educativas, el Papa reiteró que “No al acoso escolar” debe ser una convicción compartida que guíe el comportamiento de todos los estudiantes.
Para reforzar este mensaje, el Papa solicitó a los estudiantes que repitieran la frase de rechazo al acoso seis veces, asegurando que esta lección se grabe profundamente en sus conciencias. De acuerdo con sus declaraciones previas, el bullying “destruye la vida”, afirmando que este tipo de comportamiento escolar no solo crea conflictos, sino que “prepara para la guerra”. En sus palabras, el acoso y la intimidación dentro del entorno escolar son preparativos para una vida de conflicto, no de armonía.
Francisco enfatizó que la escuela debería ser un lugar donde se puede “imaginar la paz” y crear un mundo más justo y fraterno, invitando a todos a contribuir a esta causa mediante sus respectivos saberes y la creatividad de los jóvenes. El Santo Padre declaró que la educación es esencial para el desarrollo de una cultura de paz, donde cada alumno se convierte en un agente de cambio.
En su discurso, el Papa también abordó el tema de la vocación educativa, lamentando la situación actual de numerosos niños que no tienen acceso a la educación y, en cambio, se ven obligados a trabajar en condiciones de explotación. “Ver a niños que buscan comida entre la basura duele”, puntualizó, denunciando esta realidad que afecta a tantas infancias en el mundo actual.
El Papa Francisco instó a la creación de una nueva cultura basada en el diálogo intergeneracional y la inclusión, donde se fomente el discernimiento de lo verdadero, lo bueno y lo bello. Esta cultura debería promover una responsabilidad tanto personal como colectiva para enfrentar los retos globales, que abarcan desde las crisis ambientales hasta las sociales y económicas, centrándose especialmente en el desafío de alcanzar la paz.
Según el Santo Padre, ser un buen educador significa ser “un hombre o una mujer de esperanza”, quien se dedica con confianza y paciencia al desarrollo integral de sus alumnos. Así, la escuela no solo debe ser vista como un “contenedor” de conocimiento, sino como un espacio donde todos los actores de la educación colaboran en una misma dirección.
Por último, el Papa reflexionó sobre el significado del Jubileo, afirmando que este evento tiene profundas implicaciones para el ámbito educativo. Describió a los educadores como “peregrinos de la esperanza”, afirmando que quienes buscan dar sentido a la vida y guiar a los más jóvenes en su camino tienen una misión trascendental que cumplir en el desarrollo educativo.
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