MADRID, 12 de noviembre. La Agencia Internacional de la Energía (AIE) ha señalado que el apagón que afectó a la Península Ibérica el 28 de abril resalta la crucial relación entre la seguridad del suministro eléctrico y no solo la generación de energía, sino también la correcta operación de las redes eléctricas y el comportamiento de todos los elementos conectados. Este incidente, según la AIE, fue el resultado de "una rápida sucesión de fallos técnicos", que incluyeron la desconexión inadecuada de generadores, a pesar de que las tensiones no superaban los límites establecidos.
En un apéndice de su informe 'Perspectiva Energética Mundial 2025', la AIE detalla que justo antes del apagón, el sistema eléctrico comenzó a mostrar inestabilidad, con fluctuaciones inusuales tanto en la tensión como en el flujo de potencia. La recopilación de datos realizada por la Red Europea de Gestores de Redes de Transporte de Electricidad (ENTSO-E) también respalda este análisis, haciendo énfasis en los problemas que precipitaron el apagón.
La AIE expone que la inestabilidad fue rápidamente seguida por un significativo aumento en los niveles de tensión, que llevó a sistemas de protección a desconectar injustamente algunos generadores que, en ese momento, estaban absorbiendo potencia reactiva. Este error ocurrió a pesar de que los niveles de tensión se mantenían dentro de los márgenes permitidos por la normativa vigente.
A medida que más plantas dejaban de operar, la tensión continuó aumentando, provocando lo que se conoce como "una cascada de desconexiones" adicionales. La situación se hizo aún más compleja con la desconexión inesperada de cientos de megavatios de fuentes de energía más pequeñas, lo que restringió la capacidad de respuesta de los operadores del sistema eléctrico.
La AIE enfatiza que este episodio subraya que la seguridad eléctrica en la actualidad no depende exclusivamente de la generación, sino también de cómo se maneja la red y de la conducta de todos los generadores conectados. Esto resalta la necesidad de establecer normas vinculantes que obliguen a los generadores a contribuir al sistema en tiempos de emergencia y a solo desconectarse cuando se superen claramente los límites definidos.
Asimismo, la AIE sostiene que la preparación para emergencias es crucial y destaca que la rápida restauración del suministro eléctrico en la Península Ibérica se debió a las interconexiones sólidas con los países vecinos, protocolos de emergencia bien establecidos y la disponibilidad de capacidad para el arranque en negro. Mantener y reforzar estas capacidades es, según la AIE, de vital importancia.
Adicionalmente, la atención internacional generada por este episodio ofrece una oportunidad para revisar aspectos clave relacionados con la seguridad y resiliencia del suministro eléctrico a medida que los sistemas energéticos continúan transformándose. Aunque las estructuras de mercado y los sistemas eléctricos varían de un país a otro, la AIE identifica cuatro pilares fundamentales que son necesarios en todos los contextos.
El primero de estos pilares es contar con una infraestructura de red robusta, que incluya conexiones regionales, ya que esto establece una base sólida para una operación segura. En segundo lugar, la agencia subraya la importancia de que el sistema eléctrico tenga flexibilidad para equilibrar oferta y demanda, lo cual engloba la respuesta a la demanda, el almacenamiento de energía y la generación gestionable, garantizando, además, que los mercados reconozcan estos servicios de manera adecuada.
A esto se suma la necesidad de incorporar soluciones técnicas como condensadores síncronos o baterías con inversores formadores de red, que apoyen la estabilidad del sistema a medida que la matriz de generación evoluciona. Finalmente, la adaptación de los marcos operativos es crucial, por lo que la AIE aboga por actualizar los códigos de red y los mecanismos regulatorios para afrontar los nuevos retos y tecnologías que emergen en el horizonte energético.
La AIE concluye que los costos económicos asociados a los apagones son sumamente elevados. Incidentes como los recientes apagones en Chile y en la Península Ibérica permiten recordar cómo estas interrupciones pueden desencadenar efectos en cadena que impactan a millones de personas. Con un consumo energético cada vez más dependiente de la electricidad y sistemas eléctricos cada vez más complejos, asegurar la estabilidad del suministro se ha vuelto más importante que nunca.
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