MADRID, 1 Nov.
Los 1000.000 institutos electorales habilitados para esta día electoral en Israel han abierto sus puertas este martes en el que 6,7 millones de ciudadanos están llamados a votar por quinta vez en tres años tras una exclusiva llamada a las urnas adelantada.
El ex- presidente Benjamin Netanyahu se muestra de nuevo como el enorme movilizador del voto, entre similares y contrarios, con lo que el ensayo de coalición que sirvió hace 16 meses para echar del poder a este veterano líder conservador debe en este momento probar, con el expresentador Yair Lapid adelante, que hay vida política alén de Netanyahu.
Los ciudadanos israelíes tienen que designar a los 120 pertenecientes de la Knesset (Parlamento) antes de las 22.00 horas de la noche por medio de un sistema electoral por el que los partidos tienen que hacerse con el 3,25 por ciento de los apoyos para entrar a la cámara y ser parte del ascenso del presidente.
El presidente de Israel, Isaac Herzog, debe encargar la capacitación de Gobierno a aquel candidato que cuente con mucho más opciones de llegar a un mínimo consenso, algo que no es garantía de éxito, habida cuenta de que en los comicios mucho más recientes no fué simple cuadrar la aritmética electoral con los intereses de tipo político
El diputado señalado tiene menos de un mes para intentar constituir una coalición, condición indispensable para gobernar en un país que, por su composición popular y política, se vió abocado en sus mucho más siete décadas de historia a toda clase de acuerdos.
Los diferentes partidos aceptan la representación ideológica, religiosa y étnica de la amalgama que compone la ciudadanía israelí, más allá de que en los últimos años un aspecto esencial fué la afinidad o la enemistad hacia el ex- presidente Netanyahu, que desea recobrar el cargo que ostentó entre 2009 y 2021.
Pese a los múltiples frentes judiciales libres contra él por presunta corrupción, sobre los que se cierne asimismo la sombra de la inhabilitación política, Netanyahu prosigue adelante del Likud, de ideología conservadora. En la legislatura que en este momento termina ahora era la capacitación con mucho más miembros del congreso de los diputados en la Knesset, y semeja que de esta forma proseguirá siendo.
Sin embargo, sabiendo que las previsiones le ubican cerca de los 30 escaños, precisaría buscar otros muchos para sobrepasar el umbral de los 60 y lograr la mayor parte absoluta. Los ultraortodoxos de Shas y Judaísmo Unido de la Torá aparecen como potenciales acompañamiento, si bien el primordial pilar sería la ultraderecha y, particularmente, Sionismo Religioso, una coalición antiárabe que se ha disparado hasta el tercer puesto en intención de voto.
En el lado opuesto se ubican el presente presidente, Yair Lapid, y su partido, Yesh Atid, que más allá de progresar sus datos --ronda los 27 escaños en los sondeos--, parte con desventaja por el hecho de que su ascenso va a ser teóricamente a costa de quitarle representación a sus potenciales asociados.
El Partido Laborista Israelí y Meretz, que se quedarían con 4 o cinco escaños, han criticado públicamente la campaña de Lapid por "egoísta". Si el presente presidente repitiera asociados, el más destacable posicionado sería Benny Gantz, responsable de la cartera de Defensa y que figura en cuarta situación en los sondeos.
A la cita no concurre el ex- presidente Naftali Bennet, con quien Lapid alcanzó un acuerdo en mayor de 2021 para repartirse el poder que incluía la alternancia en la jefatura de Gobierno. El ensayo, que se sostenía solamente en la animosidad común hacia Netanyahu, fracasó en el mes de junio del año en curso, dando pie a las quintas selecciones en menos de 4 años.
El sistema electoral de Israel, proporcional, provoca que la participación sea clave, singularmente en un contexto tan polarizado en el que 2 enormes bloques se disputarán el poder por un puñado de escaños y la entrada en la Knesset de formaciones minoritarias puede ser clave. En los precedentes comicios, participó mucho más del 67 por ciento del electorado.
Con una ciudadanía árabe el alza --ahora ronda el 21 por ciento de la población total de Israel--, su aptitud de movilización se prevé vital, en la medida en que no estuvieron comúnmente tan implicados en política como otro de los enormes nichos electorales, el de los ultraortodoxos --estos rondan el 13 por ciento de la población--.
El Likud precisa no solo seducir a su electorado de que todavía es la opción alternativa más allá de los últimos descalabros de Netanyahu para conformar gobierno, sino más bien conseguir bastante margen sobre los partidos de derechas que están llamados a tenderle la mano más adelante, para eludir un viable fuego amigo.
Lapid, por su lado, intentó de alejarse de su imagen de dirigente de clase alta y asimismo de quienes le han acusado de no tener una línea suficientemente dura en temas que comúnmente venían movilizando a la población, como el peligro derivado de focos de tensión como la Franja de Gaza.
El presidente saliente ha realizado múltiples campañas militares y policiales en estos últimos meses en los territorios palestinos, no exentas de críticas por el supuesto empleo elevado de la fuerza y, al tiempo, ha proclamado su defensa de una solución de 2 Estados para firmar la paz con los palestinos.
La derecha rehúye de esta fórmula, más allá de que desde la izquierda se ten en cuenta que fue exactamente un Gobierno del Likud, bajo la batuta de Ariel Sharon, quien sacó a Israel de Gaza. En cualquier situación, la cuestión palestina ha figurado en este último año y medio en un background político, habida cuenta de que no la coalición gobernante se atrevía a tocar un tema que crea división interna.
Más reciente está el histórico acuerdo suscrito la semana anterior por Israel y Líbano para definir las fronteras marítimas, por la relevancia económica que acarrea para la explotación de yacimientos de gas y, singularmente, por el simbolismo de que 2 países técnicamente en guerra hayan sido capaces de firmar un archivo común, si bien fuera a través de negociaciones indirectas.
Netanyahu ha prometido este lunes "normalizar" el acuerdo --"no cancelarlo", ha matizado-- y ha planteado que Itamar Ben Gvir, líder de Sionismo Religioso, podría ocuparse de cuestiones de seguridad en su porvenir Gobierno, algo que el político extremista ha solicitado públicamente. Entre sus proposiciones está la de ofrecer inmunidad a los militares que hagan en frente de "terroristas".
Lapid, por su lado, ha apelado a la unidad. "Jamás creí que Israel pudiera estar dividido entre 'nosotros' y 'ellos'", ha señalado en comunidades. En un producto de opinión en 'Times of Israel', ha prometido "un futuro positivo y en común", con una defensa de la "enorme familia israelí" más allá de las diferencias políticas y sociales.
El aspecto económico semeja fuera de juego --desarrollo sólido, inflación contenida y superávit presupuestario--, en parte gracias a un pujante campo tecnológico que permitió dejar atrás las sobras de la pandemia de COVID-19, y en otros temas de esta época en todo el mundo no semeja haber enormes disconformidades: Irán se siente como una amenaza existencial desde todos y cada uno de los frentes y una implicación directa en el enfrentamiento ucraniano no semeja que esté encima de la mesa.